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Página:Poesías de Evaristo Carriego.djvu/51

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Misas Herejes.

Y lo demás y todo... La herida de la pena,
que tiene tintes rojos para cada azucena,
y el último lamento del niño moribundo
que fué como un andrajo flotando sobre el mundo.

Y lo que no harás nunca: lo que ocultó su clave,
tal alma que al cerrarse se guardara la llave,
lo que dejó la vida, por infame y monstruoso,
en una frase trunca de gesto doloroso.

...Sea tu credo, hermano, mezcla de luz y acero:
el triunfador es bravo y es duro el justiciero,
porque la bondad misma, no es sino el espejismo
que esconde el burgués sello del señor Egoísmo.

Así, mantén tu lema: fuerte como la muerte,
para siempre in eternum, porque ya de esa fuerte
raza de Don Quijotes vamos quedando pocos:
— ¡no hablaron de los vientres los Zarathustras locos!-

Acometan serenos los modernos andantes,
que aün medran soberbios vestiglos y gigantes.
¡Cabeza y brazo para realizar el empeño:
si Rocinante es torpe que venga Clavileño!

Den, sin temor, ejemplos de viriles acciones
delante de las jaulas de todos los leones,
y el burlador cobarde que se clave en la frente
las bellezas normales que le hacen ser hiriente.