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Misas Herejes.
A LA ANTIGUA
¡Oh, señora: gentil dama de mis noches,
¡oh, señora, mi señora, yo le ruego
que abandone esa romántica novela:
orgullosa favorita de sus dedos.
Que abandone sus historias de aventuras,
donde hay citas, donde hay dueñas y escuderos
callejuelas y sombríos embozados
y tizonas y amorosos devaneos;
acechanzas del camino y estocadas
de cadetes o gallardos mosqueteros,
y, amador noble y rendido de su reina,
algún Buckinghan lujoso y altanero.
Que abandone, le repito, su romance,
su romance mentiroso, pues confieso
que me enoja la atención que le dispensa,
con agravio de mis quejas y mis celos.