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Misas Herejes.
Devuelven las oscuras calles desiertas
el taconeo tardo de los paseantes;
y dan la sinfonía de las alertas
en su ronda obligada los vigilantes.
Bohemios de rebeldes crías sarnosas,
ladran algunos perros sus serenatas,
que escuchan, intranquilas y desdeñosas,
desde su inaccesible balcón las gatas.
Soñoliento, con cara de taciturno,
cruzando lentamente los arrabales,
allá va el gringo... ¡pobre Chopín nocturno
de las costureritas sentimentales !
¡Allá vá el gringo! como bestia paciente
que uncida a un viejo carro de la Harmonía
arrastrase en silencio, pesadamente,
el alma del suburbio, ruda y sombría!