Escorbuto. — Mas no fué esto lo peor. Nuestra ma- yor desdicha era vernos atacados de una enfermedad por la cual las encías se hinchaban hasta el punto de sobrepasar los dientes, tanto de la mandíbula superior como de la inferior, y los atacados de ella no podían tomar ningún alimento (1). Murieron diez y nueve, en- tre ellos el gigante patagón y un brasileño que iban con nosotros. — Enfermedades: Además de los muer- tos, tuvimos de veinticinco a treinta marineros enfer- mos, que sufrían dolores en los brazos, en las piernas y en algunas otras partes del cuerpo; pero curaron. En cuanto a mí, nunca daré demasiadas gracias a Dios porque durante todo este tiempo, y en medio de tantas calamidades, no tuve la menor enfermedad.
Mar Pacifico. — Durante estos tres meses y veinte días recorrimos cuatro mil leguas poco más o menos en el mar que llamamos Pacífico, porque mientras hici- mos nuestra travesía no hubo la menor tempestad (2). — Islas Infortunadas: No descubrimos en este tiempo ninguna tierra, excepto dos islas desiertas, en las que no encontramos mas que pájaros y árboles, por cuya razón las designamos con el nombre de islas Infortu- nadas, No encontramos fondo a lo largo de estas cos- tas, y no vimos mas que muchos tiburones. Están a dos- cientas leguas una de otra. La primera está a los 15** de latitud meridional; la segunda, a los 9° (3). Según la
escudos en la escuadra de Pizarro. Las tripulaciones de Bougain- ville (tomo II) y de Cook (Tercer viaje, tomo I) comieron tam- bién cuero.
(1) Efectos del escorbuto.
(2) Quirós, Bougainville y Cook no fueron ciertamente tan di- chosos.
(3) Pigafetta no nos da los datos suficientemente precisos para determinar la posición de las islas Infortunadas. Hay en nuestra manuscrito una figura por la cual se ve solamente que la segunda está al noroeste de la primera; pero leyendo su relación y supo- niéndola exacta, hallaremos que pertenecen a las islas de la So- ciedad, al norte y al nordeste de Otaiti, pues Pigafetta dice que