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efecto, y toda Roma y los mismos Reyes rinden un tributo de admiración al extranjero que trata con tanto sentimiento asuntos nacionales.

Algunos días después, el Spoliarium llamaba la atención de todo Madrid en la Exposición del 84. Hablar de la impresión que produjo, de las polémicas que suscitó, es repetir lo que todo el mundo sabe. Obtuvo la primera de las primeras medallas, y la juventud filipina en Europa regaló al ilustre artista una paleta rodeada de laureles. El Spoliarium, que conmueve, arrebata y sacude violentamente, secando la lágrima que asoma a los ojos, es la condenación de la barbarie y despotismo de un gran pueblo por otro pequeño, pero sediento de luz y de libertad. La primera copia que de él se ha hecho la encargó ¡un ruso!

Barcelona, que recientemente ha admirado este cuadro notabilísimo, tendrá fortuna de conservarlo en su seno gracias a la adquisición que del mismo ha hecho su Diputación provincial.

Actualmente Luna está terminando El pacto de sangre,8 sacado de la historia de Filipinas, en que el régulo Sicatuna y Legaspi, primer gobernador del archipiélago, se sangran en señal de eterna amistad. Se ha escogido el momento en que Legaspi acerca a sus labios la copa llena de sangre. Este cuadro es el primero en la historia de nuestro país, que reproduce fielmente los trajes y las costumbres de la época, borrados de la memoria del pueblo pero conservados en los museos extranjeros. Al mismo tiempo dibuja los cartones de la Batalla de Lepanto9 que el Senado ha encargado para pareja de La Rendición de Granada.10

No queremos adelantar ningún juicio, pero creemos que si su pasado ha sido hermoso y grande, Luna, que no duerme sobre los laureles, piensa en más brillante porvenir, y días de gloria reserva aún a su patria y a sus padres que ven sus esperanzas cumplidas en sus hijos. En China, país raro por excelencia, en donde la nobleza del hijo trasciende al padre, pero no la del padre al hijo, los progenitores de tan ilustres ciudadanos hubieran sido ya ennoblecidos y tratados con toda veneración; pero en Filipinas se hizo lo contrario, porque, aunque está cerca del Imperio Celeste, no es China a pesar de lo que se cree en España.

José Rizal