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Joven homérida, un día su tierra
Vióle que alzaba soberbio estandarte,
Buen capitán de la lírica guerra,
Regio cruzado del reino del arte.
Vióle con yelmo de acero brillante,
Rica armadura sonora a su paso,
Firme tizona, broncíneo olifante,
Listo y piafante su excelso pegaso.
Y de la brega tornar vióle un día
De su victoria en los bravos tropeles,
Bajo el gran sol de la eterna Harmonía,
Dueño de verdes y nobles laureles.
Fué aborrecido de Zoilo, el verdugo.
Fué por la gloria su estrella encendida.
Y esto pasó en el reinado de Hugo,
Emperador de la barba florida.
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