Página:Prosas profanas (1896).djvu/72

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Y cuando el champaña me cantó su canto,
Por una ventana vi que un negro manto
De nube, de Febo cubría el encanto.

Y dije a la amada de un día:— ¿No viste
De pronto ponerse la noche tan triste?
¿Acaso la Reina de luz ya no existe?

Ella me miraba. Y el faisán cubierto de plumas de oro:
— «¡Pierrot! ten por cierto
Que tu fiel amada, que la Luna, ha muerto!»


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