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Tus labios escarlatas de púrpura maldita
Sorbían el champaña del fino baccarat;
Tus dedos deshojaban la blanca margarita
«¡Sí... no... sí... no...» y sabías que te adoraba ya!
Después, ¡oh flor de Histeria! llorabas y reías;
Tus besos y tus lágrimas tuve en mi boca yo;
Tus risas, tus fragancias, tus quejas, eran mías.
Y en una tarde triste de los más dulces días,
La Muerte, la celosa, por ver si me querías,
¡Como a una margarita de amor, te deshojó!
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