Y la sirena blanca va a ver el sol— un día
Se oye un tropel vibrante de fuerza y de armonía.
Son los Centauros. Cubren la llanura. Les siente
La montaña. De lejos, forman són de torrente
Que cae; su galope al aire que reposa
Despierta, y estremece la hoja del laurel-rosa.
Son los Centauros. Unos enormes, rudos; otros
Alegres y saltantes como jóvenes potros;
Unos con largas barbas como los padres-ríos.
Otros imberbes, ágiles y de piafantes bríos,
Y de robustos músculos, brazos y lomos aptos
Para portar las ninfas rosadas en los raptos.
Van en galope rítmico. Junto a un fresco boscaje,
Frente al gran Océano, se paran. El paisaje
Recibe de la urnal matinal luz sagrada
Que el vasto azul suaviza con límpida mirada,
Y oyen seres terrestres y habitantes marinos
La voz de los criados cuadrúpedos divinos.
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