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QUO VADIS

Muchos prevían que de toda la ciudad apenas si quedarían en pie unos cuantos de los barrios extremos y que centenares de miles de personas habrían de quedar sin techo.

Y había también algunos que circulaban el rumor de que los soldados estaban derribando las casas, no con el propósito de circunscribir el fuego, sino á fin de impedir que se salvara parte alguna de la ciudad.

Y Tigelino enviaba á Ancio correo tras correo implorando al César en cada carta que viniese á calmar la desesperación del pueblo con su presencia.

Pero Nerón se movió solamente cuando el fuego se hubo apoderado de la «domus transitoria» y aceleró entonces su regreso á fin de no perder el momento en que la conflagración se hallara en su apogeo.

Entre tanto el incendio habia llegado hasta la Vía Nomentana, pero en seguida vuelto al punto desde allí, á causa de un cambio de viento, hacia la Via Lata y el Trans Tiber. Luego rodeó el Capitolio, extendiéndose á lo largo del Forum Boarium, destruyó todo cuanto dejara antes en pie y se acercó por segunda vez al Palatino.

Tigelino, después de haber reunido todas las fuerzas pretorianas, despachó varios correos al César anunciandole que nada perdería de la grandeza del espectáculo, porque el fuego había seguido en aumento.

Pero Nerón, que se hallaba en camino, quería llegar de noche, á fin de mejor saciarse en la contemplación de la pereciente capital.

A este fin se detuvo en los alrededores de Acqua Albana, y haciendo venir á su tienda al trágico Alituro, estudió con él las actitudes, miradas y expresiones que debía en breve adoptar á la vista del incendio, así como los ademanes y gestos más adecuados, disputando porfiadamente con el actor acerca de si al pronur ciar las palabras: «¡Oh, tú, sagrada ciudad, que parecías más resistente que Idal», levantaría las dos manos, ó si, conservando una de