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QUO VADIS

y no te aseguro que pueda él darte una respuesta precisa.

Los Vinicios son buenos soldados, pero aún mejores gallos; gustan de las aves por bandadas. Castigalo, señor, por eso, no invitándolo á la fiesta que ha prometido Tigelino disponer en tu honor en la piscina de Agripa.

—No haré tal. Y confio, Tigelino, en que allí no han de faltar las bandadas de beldades.

—¿Podrían estar las Gracias ausentes del sitio donde se halla presente Amor?—contestó Tigelino.

—El tedio me martiriza,—dijo Nerón.—Me he quedado en Roma por la voluntad de la diosa, pero la ciudad me es insoportable. Partiré para Ancio. Me ahogo en estas estrechas calles, con sus casas que parecen próximas á desplomarse, y en medio de esas raquíticas arboledas. El aire viciado llega hasta mi palacio y se infiltra aún al través de mis jardines. ¡Oh, si un terremoto destruyese á Romal ¡Si un dios irritado quisiera arrasar con ella hasta el nivel del suelo! Yo demostraría entonces al mundo cómo ha de construirse la ciudad que es la cabecera del mundo y mi mi capitall —César,—contestó Tigelino,—tú has dicho: «¡Si algún dios irritado quisiera destruir la ciudad!» ¿no es así?

—Justamente! ¿Y qué?

—Pero, ¿no eres tú dios?

Nerón hizo un ademán de hastío, y dijo: —Veremos tu obra en la piscina de Agripa. Después he de partir para Ancio. Vosotros sois pequeños: por eso no comprendéis que yo he menester de cosas inmensas.

Y cerró los ojos, dando así á entender que necesitaba descanso.

Los augustanos empezaron entonces á retirarse. Petronio salió también, acompañado de Vinicio, y le dijo; —Estás, pues, invitado á tomar parte en la fiesta. Barba de Bronce renuncia á su viaje por el momento, y será eso parte para que se entregue en ella á un desenfreno