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QUO VADIS

vestido y alimentos y sobre todo, puéstola á cubierto de ultrajes de parte de los guardianes de su prisión, quienes, á mayor abundamiento, habían sido ya pagado para ello por Vinicio.

Recordando muy bien Pretonio que á no haber sido por él y por su insinuado plan de sacar de la casa de Aulio á Ligia, probablemente no se hallaría ésta á la sazón en una cárcel y deseoso además de ganar á Tigelino la partida, no omitió para ello tiempo ni esfuerzos.

En el transcursos de algunos pocos días vió á Séneca, á Domicio Africano, á Crispinilla y á Diodoro, por mediación del cual deseaba llegar hasta Popea; y vió á Terpnos y al bello favorito Piiágoras y finalmente á Páris y Alituro, á quienes de ordinario nada rehusaba el César.

Con la ayuda de Crisotemis que á la sazón era amante de Vatinio, intentó ganarse aún la cooperación de éste, no economizando en ese, como en los demás casos, ni promesas ni dinero.

Peao todos sus esfuerzos resultaron infructuosos.

Séneca, incierto él mismo de su mañana, pretendió demostrarle que los cristianos, aun cuando no hubieran incendiado á Roma, debieran ser exterminades por el bien de la ciudad.

Terpnos y Diodoro recibieron el dinero, mas nada hicieron en cambio.

Vatinio contó al Cesar que se había intentado sobornarlo.

Solamente Alituro, quien al principio habíase manifestado hostil hacia los cristianos, movióse á compasión por ellos ahora, y tuvo la suficiente entereza para hacer mención al César de la doncella encarcelada é implorar gracia en su favor. Mas nada obtuvo, sino esta respuesta: ¿Consideras tú acaso que tengo un alma inferior á la de Bruto, quien no perdonó la vida ni á sus propios hijos, tratándose de la salud de Roma?