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QUO VADIS

dirás de mi parte que le agradezco su mensaje con toda mi alma, porque ahora me hallo en situación de poder anticiparme á la sentencia.

Aquella misma tarde sus esclavos salieron en todas direcciones llevando á los augustianos que á la sazón se hallaban en Cumas, y á todas las señoras, sendas invitaciones para un magnífico banquete en la casa de campo del árbitro.

Y en la propia tarde escribió en su biblioteca; en seguida tomó un baño, después de lo cual ordenó á las vestiplice que le arreglasen artisticamente sus vestidos.

Brillante y soberbio como un dios se dirigió al triclinio á fin de inspeccionar con ojo crítico los preparativos, y en seguida fué á los jardines, en donde mancebos y doncellas griegas de las islas hallábanse á la sazón tejiendo guirnaldas de rosas para la fiesta de noche.

Ni la más leve preocupación se notaba en su semblante.

Los sirvientes sabían tan sólo que la fiesta sería extraordinariamente suntuosa, pues habia ordenado Petronio que se dieran liberales recompensas á los que le dejaran complacido, y ligeros golpes á los que no hicieran su labor á satisfacción, ó que hubieran merecido castigo é incurrido en su desagrado.

A los citaristas y cantantes habíales hecho pagar espléndidamente con anticipación.

Por último fué á sentarse en el jardín bajo una haya, al través de cuyas ramas los rayos del sol señalaban la tierra con puntos brillantes, y llamó á Eunice.

Llegó ésta, veetida de blanco, luciendo un ramo de mirto en los cabellos, y hermosa como una de las Gracias.

Sentóla Petronio á su lado, la tocó suavemente la sien, y estuvo contemplándola breves instantes con la admiración con que un crítico observa nna estatua que ha brotado del cincel de un maestro.

Luego, la dijo: