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QUO VADIS

casa de Aulio, porque haciéndolo así traerían sobre ésta la cólera del César. Pero ella no podía tampoco quedar ni en la casa de Neron ni en la casa de Vinicio. Que la llevara Ursus entonces; que la condujese fuera de la ciudad; que la ocultara en algún sitio en donde ni Vinicio ni sus sirvientes pudieran encontrarla. Ella seguiría á cualquiera parte á Ursus, aun más allá del mar, más allá de las montañas, hasta los paises bárbaros, en donde no se dejara oir el nombre romano y hasta donde no alcanzara el poder del César. Que la llevara, pues, Ursus, y la salvara, ya que solo él restábale en el mundo.

El ligur estaba pronto, y en señal de obediencia echóse á los pies de la joven y los abrazó. Pero en el semblante de Actea, que había estado aguardando un milagro, se hicieron inequívocas las señas del desencanto. ¿Era eso todo lo que habían producido las oraciones? Huír de la casa del César es cometer un delito de lesa magestad, que debe ser castigado; y aun cuando Ligia lograra ocultarse, el César se vengaría del hecho en Aulio y Pomponia. Si ella deseaba escapar, debía efectuar su fuga cuando se hallara en casa de Vinicio. Porque entonces el César, á quien no gustaba mezclarse en asuntos ajenos, acaso ni siquiera querría auxiliar á Vinicio en su persecución; y en tal evento la fuga, efectuada en esas condiciones, no sería un crimen de lesa magestad.

Pero Ligia discurrió lo siguiente: Aulio no llegaría á saber donde estaba ella; la misma Pomponia lo ignoraria.

Escaparíase, pero no de la casa de Vinicio, sino cuando se hallara en camino hacia ella. Vinicio, al embriagarse, habiala dicho que mandaría sus esclavos á buscarla en la tarde. Indudablemente esa era la verdad, que no le habría confesado á no haber estado ébrio. También era evidente que él, ó quizás él y Petronio, habían visto al César antes de la fiesta y obtenido la promesa de su entrega en la tarde siguiente. Y si olvidaban pedirla ese día, lo harían al subsiguiente. Pero Ursus la salvaría. El se interpondría en