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QUO VADIS
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Y en su alma la rechazaba; pero sentía al hacerlo así como si se apartara de un campo lleno de espicanardos (1), de una atmósfera impregnada de embriagador incienso; ya que cuando se ha aspirado el perfume de aquella planta ó alentado en el ambiente que embalsama, es necesario —como ocurre en la tierra de los lotófagos (2)—olvidarse de todas las demás cosas para siempre y no seguir anhelando sino esa.

Parecíale que no había nada de real en esa religión, pero que la realidad en presencia de ella mirábase tan deleznable que ni siquiera merecía se detuviera uno á dedicarle un fugaz pensamiento.

Empezaba á sentir en su alma una como dilatación de horizontes antes ni sospechada, y á la vez que la intuición de la inmensidad, las nubes de la incertidumbre.

Aquel cementerio comenzaba también á causarle á la par que la impresión de un punto de cita de insanos, un sitio lleno de misterio y de pavor, en el cual, como si fuera tomando forma dentro de una cuna mística, iba en vías de alumbramiento un verbo cuyo semejante hasta ese momento no había encontrado él en el mundo.

Y Vinicio retrotraía sin cesar á su mente todo cuanto desde el primer momento de su oración había dicho el anciano acerca de la vida, de la venlad, del amor, y de Dios; y sentía que todas esas ideas le deslumbraban interiormente con sus fulgores, á la manera que deslumbra la vista y ciega el fulgor de relámpagos que al horizonte, iluminan en sucesión incesante.

Y cual siempre ocurre á las personas que han concentrado su existencia en una sola pasión, Vinicio pensaba en todo esto sirviéndole de medium su amor por Ligia; y á la luz de esos fúlgidos destellos presentábasele claramen(1) Especle de nardo procedente de la Siria.

(2) Comedores de loto. árbol de Africa, cuyo delicioso fruto, según antiguos mitólogos y poetas, hacía que los extranjeros que lo comían, olvidaran su patria,