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QUO VADIS

provistas las unas de puertas de madera, y separadas las otras del patio solamente por biombos montados en tela de lana. Y estos últimos en su mayor parte hallábanse gastados, rotos ó llenos de remiendos.

Era muy temprana la hora y no veíase á nadie en el patio.

Evidentemente dormían todos en aquella casa, excepto las personas que acababan de regresar de Ostrianum.

—¿Qué haremos, señor?—preguntó Croton deteniéndose.

—Aguardemos aquí; alguien puede venir de un momento á otro,—contestó Vinicio.—No debiéramos dejarnos ver en el patio.

Y en este instante ocurriósele que el procedimiento aconsejado por Chilo habría sido el más práctico. A tener entonces algunas decenas de esclavos á sus órdenes, habríale sido fácil ocupar la puerta, que era al parecer la única salida, registrar simultáneamente las habitaciones todas, y llegar así hasta la de Ligia: de otra manera los cristianos, que seguramente no escasearían en aquella casa, podrían dar aviso de haber alli gentes que buscaban á la joven.

En vista de estas circunstancias, era peligroso el tomar informes de los ocupantes de la casa.

Y Vinicio detuvose entonces á pensar si no sería más conveniente encaminarse en busca de sus esclavos.

En ese propio instante, de detrás de un biombo que ocultaba á la vista una de las habitaciones situadas en el más lejano extremo del patio, salió un hombre que traía en la mano un cedazo y se aproximaba hacia la fuente.

A primera vista el joven tribuno reconoció en él á Ursus.

—Ese es el ligur!—dijo á Croton en voz baja.

—¿Queréis que al punto le rompa los huesos?

—¡Aguarda un instantel Ursus no reparó en aquellos dos hombres, que se halla-