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QUO VADIS

porque tu fuga no había sido pérdida suya, sino mía. Y acaso entonces, si él volviera á sacarte de la casa de Aulio y Pomponia, sería para mandarte á la mía, y en esa eventualidad yo podría volverte á la de ellos.

—Vinicio, ¿querrías tú verme de nuevo en el Palatino?

—preguntó Ligia.

El joven apretó los dientes y contestó: —No. Tienes razón. He discurrido como un necio. ¡No E instantaneamente vió ante sí una especie de abismo sin fondo.

El era un patricio, un tribuno militar, un potentado, pero por sobre todos los potentados de ese mundo á que pertenecía, estaba un loco cuyos caprichos y cuya malignidad eran imposibles de prever.

Solamente los cristianos podían prescindir en absoluto de Nerón, ó dejar de temerle, porque ran gentes para quienes este mundo, con sus separaciones y dolores, nada valía; porque eran gentes para quienes la muerte misma era cosa de poca monta. Todos los demás tenían que temblar en presencia del tirano. Las torturas de la época en que vivía presentábanse á Vinicio ahora en toda su monstruosa magnitud.

Así, pues, no podía volver á Ligia á la casa de Aulio y Pomponia, por temor de que el monstruo la recordara y descargase contra ella su cólera. Por la misma razón, si hubiera de hacerla su esposa, expondríalos á ella y á Plaucio y se expondría á sí mismo. Un momento de malhumor bastaba para causar la ruina de todos.

Y Vinicio pensó, por primera vez en su vida, que, ó el mundo debía sufrir una transformación, ó la existencia llegaría á serle imposible.

Y comprendió también algo que un momento antes habiasele presentado como un enigma: que en tales tiempos solamente los cristianos podían ser felices.

Pero, sobre todo esto, una honda pena se apoderó de él, porque se convenció á la vez de que había sido él mismo