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QUO VADIS

haga obsequios? Ignoras acaso que los griegos llaman á las gentes de su nación perros judíos?

—Yo no sé cómo les llaman los griegos: solo sé que Nazario es cristiano y por tanto hermano mío.

Y dichas estas palabras miró á Vinicio con asombro y pena, pues ya iba perdiendo la costumbre de escuchar de sus labios estallidos semejantes.

Y él entonces apretó los dientes, pora no verse obligado á decirla que á semejante hermano de muy bnena gana lo habría hecho apalear ó enviádolo en calidad de compeditus (1) á cavar la tierra en sus viñedos sicilianos. Se reprimió, sin embargo, sofocó en su pecho la ira, y solo despues de un momento pudo replicar: —Perdóname, Ligia. Para mí tú eres siempre la hija de un rey, y la hija adoptiva de Aulio Plaucio.

Y se dominó hasta el grado de que, cuando Nazario volvió al aposento le prometió obsequiarle, apenas volviese á su casa de campo, con un par de pavos reales ó de flamencos, de los cuales tenía un jardín lleno.

Ligia comprendía que estas victorias sobre sí mismo debian costarle un considerable esfuerzo, y mientras más á menudo las alcanzaba Vinicio, más inclinábase el corazón de la joven hacia él.

Pero el mérito de aquella lucha en lo relativo á Nazario era en realidad inferior al concepto que de él había tenido Ligia. Porque Vinicio bien pudo haber estado indignado contra el muchacho por el breve espacio de un momento, pero jamás celoso de él. En realidad, á sus ojos el hijo de Miriam no significaba mucho más que un perro; además era todavía un niño que, si amaba á Ligia, amábala tan sólo de una manera inconsciente y servil.

Mayores y más difíciles luchas hubo de mantener el tribuno consigo mismo,—hasta alcanzar su propio silencioso vencimiento, para someterse á los homenajes de que entre esas gentes se rodeaba el nombre de Cristo y á su reli(1) Preso que trabaja con grillos en los ples.