La guerra, pues, resulta por la historia ser divina, humana y eterna; y por la filosofía necesaria; porque nace de la justicia y la constituyen el ataque de los malos y la defensa de los buenos; ó lo que es lo mismo, la invasión del mal y la defensa del bien; de manera que, lo que hay que educar es la guerra para que triunfe la justicia.
Quería Bernel educar, según su frase (cout çe qui cout), á sus hombres de guerra para la buena causa que él sustentaba como bueno, y procurando que no se le marcharan á ayudar la mala causa, á cuantos de los suyos cogia en el camino del mal ó á orillas de este camino, los pasaba por las armas y quedaban curados para siempre.
Sucedió en esto que mientras se deslizaban los dias del Chori en apacible arresto, prendió una patrulla á cierto soldado mucho más allá de lo prevenido para los que no querían seguir viviendo. Trajéronle á la guardia avanzada, y puesto en garras del consejo, no vale decir que le juzgaron, sino que le sentenciaron á morir en el acto.
Avínose á ello el soldado, y dijo que solo tenia que alegar en su provecho: primero, que él iba á procurarse mucho vino, y puesto que le habían atajado en su viaje, le diesen vino todo el tiempo que le quedara para beberle; y segundo, que él era polaco, y como tal, católico que quería morir en su religión conforme había vivido; y así que le trajesen mucho vino y por añadidura un sacerdote.
Para complacer al reo hacíase ciertamente más difícil encontrar el cura que el vino, en razón á que los de la Rasoaña estaban todos en la facción; y así, mientras este se buscaba dieron de beber al polaco cuanto él y la caridad pedían, que era mucho.
Averiguóse al fin que en Aquerreta residía un párroco anciano, el cual, por falta de pies no había empuñado las armas, y se dio orden á un ayudante de batallón para que á todo escape fuese á prevenirle que viniera á ayudar en su última hora á un condenado á muerte.
El ayudante fué, encontró al cura, le intimó la orden y volvió á su puesto; mientras el sacerdote allá quedara recojiendo sus menesteres para los dos tránsitos, el suyo y el del reo; y en tanto el preso en la guardia avanzada aguardaba su hora, siempre bebiendo para alentar su camino.