Página:R.E.-Tomo I-Nro.02.Id.02.djvu/9

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pecado que determina nuestras acciones, hay que conceder también á los filósofos y á los politico-sublimes que por la eduacion se llegará á realizar la paz célica en el mundo, y que se extinguirán por consiguiente los ejércitos preventivos, quedando en perpétuo reposo las armas que hoy llevamos para que las generaciones venideras las vean con el horror y las examinen con el escándalo que hoy examinamos las máquinas y los instrumentos de martirio que usaba la Inquisición...

Pero repasando lo escrito, me advierto de que impensadamente dije la paz célica en la tierra, cuando la palabra célica me trae á la memoria que la primera noción histórica que de la guerra tenemos, comienza en el cielo.

Los ángeles buenos y los ángeles malos fueron, son y serán espíritus puros y puros espíritus que guerrearon entre sí.....

Podemos nosotros educar el cuerpo para que sufra los trabajos, no sienta las privaciones, ó para que sea insuficiente á todo trabajo; pero educarse el espíritu del hombre para la paz absoluta hasta olvidar la guerra no es posible; y no solo la historia del mundo, pero la del universo lo confirma.

Antes al contrario, el hombre se educa en la práctica de la guerra hasta olvidar la paz, acostumbrando su cuerpo hasta no sentir los trabajos de la guerra.

La que busca la guerra, y ahí tenemos la historia del mundo, es el alma; al paso que lo que protesta de la guerra es el instinto de conservación de la materia..... El alma racional es imperecedera: el instinto termina con la vida que trata de apartar de los peligros sin haberlo podido conseguir, desde que el alma de Caín cobró tirria al alma del inocente Abel que no estaba prevenido para la defensa.

Y como yo, haciendo justicia al padre Adán, supongo que educaría á sus dos hijos con igual solicitud, y como á pesar de la educación, el hecho fratricida sobrevino; supongan mis lectores que Caín, en vez de ser un solo Caín, hubiera sido una nación de Caines; y que Abel, en igual de ser un solo Abel, fuera otra nación de Abeles; y díganme ahora: ¿Qué hubiera sido al empezar el mundo de las naciones la nación de Abel? Hubiera sido el primero y más grande cementerio del género humano, y hoy la humanidad seria la inhumanidad, ó lo que es lo mismo: sería el mundo de los Caines.