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BOLETIN BIBLIOGRÁFICO.


El cerebro de la Revolución, por Ramón Giralti-Pauli. — Carta al Sr. D. Nicolás Salmezon.

El folleto publicado por el Sr. Giralti-Pauli es digno de leerse y de que se mediten algunos de los pensamientos que contiene, por la buena fe y amor á la verdad que les ha inspirado. No es obra literaria ni científica, ni tiene otras pretensiones que las de una carta familiar, en la que su autor presenta, con la brevedad consiguiente á la índole del escrito, varios pensamientos sobre la enseñanza, algunos de los cuales estamos tentados á decir, que ó los hemos aprendido, antes de ahora, del Sr. Giralti-Pauli, ó son tan claros que han coincidido con nuestro modo de ver en esta cuestión. ¿Cómo no estar de acuerdo con el estudio real y objetivo por el que quiere encauzar dicho señor la enseñanza? Tan verdad es esto, y tan necesario es su pronto arreglo, que creemos ser ésta una de las principales causas de nuestro atraso. La Física, Química ó Historia Natural no pueden conocerse sin la práctica continua de laboratorio, sin el estudio objetivo de la Naturaleza, y el Gobierno debe atender, tan pronto como se lo permitan más apremiantes deberes, á satisfacer esta necesidad, creando al lado de la clase teórica la clase práctica, á la cual sea indispensable la asistencia, dotando los laboratorios y gabinetes, alentando los esfuerzos individuales para la creación de Sociedades científicas, promoviendo viajes, etc., etc. Lo que decimos de estas ciencias puede aplicarse á todas las tecnológicas, y muy especialmente á la Agricultura, tan importante en nuestro país; pero en esta se lucha con el grave inconveniente de ser la esteva recompensa demasiado modesta á la idea que generalmente se tiene del estudio; á mi ver no queda otro remedio que promover la enseñanza y la afición á la Agricultura en las escuelas de instrucción primaria, dándola más importancia que ha tenido hasta aquí, alentando á los municipios para que se esfuercen en rodear las escuelas de jardines, donde á la vez que los niños ejerciten sus fuerzas físicas en la gimnasia propia de su edad, se acostumbren á respetar las plantas y á cobrar amor á la Naturaleza y á la vida del campo.

La división de la segunda enseñanza en dos períodos nos parece una idea muy aceptable, porque de este modo podría establecerse el primero de estos períodos con cortísimos dispendios en las poblaciones pequeñas, contribuyendo así á difundir la instrucción, único fundamento de una