— Se andará. ¿Primeras Riosecana y Flor de arriba?
— ¿Para?
— Al quince: á diez y nueve y medio y diez y nueve y cinco octavos. Treinta mil.
— Sobre buena, diez y nueve y diez y nueve y cuartillo; dos meses, dos y medio: tres por ciento.
— Lo veré. ¿Nada más?
— Por aquí no.
Y se iba el agente, y no le miraba siquiera el comerciante; y el que habia encanecido siéndolo se quedaba in albis.
En la correspondencia brillaba el propio laconismo. Hé aquí un modelo de los más explícitos que constaban, á media tinta, en el volúmen no sé cuántos del copiador mecánico ó de prensa:
«Muy S. r/m: En m/poder o/grata 1.° act.; y silenciando puntos de conformidad, paso á decirle he desplegado de ella £ m/o 8 % c/Butifana y C.ª de Barc.m, por
Rvon. 10.560,86 que s. m. p. paso al crédito de %
Impuestos de a/proposicion estos Sres. Carpancho herm.º que examinarán, contestándole directamente s/particular.
Para el mercado, me remito á la adjunta Revista, que desearé le aproveche.
De V. af.mo s. s. q. b. s. m.
Y por firma habia llevado esta carta un garabato que lo mismo podia decir Hijo de D. Apolinar de la Regatera que Padre del Sacristán de la Parroquia.
No tardó el viejo indiano en apercibirse de que este sistema eléctrico no era exclusivamente propio de su hijo, sino de toda la clase, y de que no se aplicaba sólo á los detalles mecánicos del escritorio, sino que servia de engranaje á la flamante máquina mercantil.
Se habia hablado tiempo hacía de la necesidad de dotar á Castilla de un puerto de mar, y se habia demostrado que este puerto debia ser el de Santander, uniendo la comunicación entre ambas regiones con una línea férrea, en lugar de las reatas de mulos y carros del país que antes recorrían el mismo trayecto. El plan era vasto y costosísimo; pero como debia ser reproductivo en extremo, se habia aceptado con regocijo.
Llegó la ocasion de acometer la empresa, y D. Apolinar vió con susto á su hijo trocar pilas de reverendas peluconas por algunas