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No concebía, pues, en vuestra imaginación angelical, para otro Rousseau, si la Naturaleza hubiese hecho dos, otra madame de Warens; ina madame de Warens joven, vinginal, puna, ángel, amante y hermana a la vez, que diese su alma entena, stu alma inviolable e inmortal, en lugar de sus encantos perecederos, a un hermano perdido y recobrado, joven, extraviado, errante también, como el hijo del relojeno, por este mundo; abriendo a ese hermano, en vez de su casa y su jardim, el hogar luminoso de sus termuras; purificándole con sus rayos; lavándole de sus manchas primeras con el agua de sus lágrimas; desilusionándole para siempre de toda otra voluptuosidad que la de una contemplación y uma posesión in—terior; enseñándole a gozar de las mismas privaciones, mil vebes superiores a las saciedades sensualies que el bruto comparte con el hombre; trazándole su camino en la vida al fulgor de sus miradas protectoras; excitándole a la gloria y a la virtud y recompensándole del sacrificio con este pensamiento: que gloria, virtud, sacrificios, todo se ouenta con el corazón de una amante, todo se acumula en su amor, todo se multiplica en su gratitud, todo va a aumentar ese tesoro de ternura que se calma aquí abajo y no ha de abrirse sino en el cielo ?..." Sin embargo de hablar así, caí anonadado, y cubriéndome con las manos el rostro, en una silla lejos de la suya, contra el muro. Allí permane cí callado mucho tiempo.