Página:Ramos de violetas.djvu/116

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página ha sido corregida
114
Amalia D. Soler

feliz me miró con un reconocimiento, con una gratitud tan profunda, que me reveló todo un mundo de dolor y de humillaciones.

— Habla, hija mía, si puedes.

— Sí, si puedo; desde que tú has venido, me siento mejor, escúchame. Cuando tú te fuistes de Madrid tenía yo amores con Luís; á pesar de nuestras precauciones, mi familia se enteró, la que me tenía preparado un casamiento con un señor conde octogenario, pero inmensamente rico; renuncio á pintarte lo que sufrí con las luchas domésticas, insultos, malos tratamientos y un odio feroz por parte de mi padre que estaba medio arruinado, y contaba con mi casamiento para que su yerno le prestara auxilio. La familia de Luís, pobre, pero noble y orgullosa, cuando se enteraron de la oposición, lo tomaron por desprecio y no querían de manera ninguna que se casara conmigo. Nosotros, en medio de tantas contrariedades, sucedió lo que era de esperar, que cuando nos veíamos después de diez ó doce días de tormento, vivíamos, en un segundo, más que otros amantes en un año de vida normal. El me juraba un amor eterno y que sería mi esposo ante Dios y ante los hombres; yo estaba loca, frenética, y hay momentos en la vida que todas