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Página:Ramos de violetas.djvu/207

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Ramos de violetas

<poem>por que en la tierra no hallaba quien le dijera ¡Creed!

Aquella voz nos alienta

y queremos proseguir; cuando sentimos rugir el trueno de la tormenta, nuestro ser experimenta extraño sacudimiento. Y brota de nuestro acento un ¡ay! tan triste y profundo, que el eco de mundo en mundo, repite nuestro lamento.

Después... te alejas... te vas,

te pierdes en el vacío, deja el orbe de ser mío, ¿dime, dime, dónde estás? ¿En mis sueños volverás á prestar vida á mi ser? ¿Volveremos á extender nuestras alas? vuelve; sí, que si no estás junto á mí quizás no pueda creer.


1874.