Antojósele al rey Buby acompañarle en aquella expedición, y así se lo pidió á Ratón Pérez con el mayor ahinco. Quedóse éste pensativo, atusándose el bigote: la responsabilidad era muy grande, y érale forzoso además detenerse en su propia casa para recoger el regalo que había de llevar á Gilito en cambio de su diente.
Á esto respondió el rey Buby que él se tendría por muy honrado con descansar un momento en casa tan respetable.
La vanidad venció á Ratón Pérez, y apresuróse á ofrecer al rey Buby una taza de té, á trueque de conquistar el derecho de poner cadenas en la puerta de su casa, como se hacía en aquellos tiempos en todas las que conseguían el honor de hospedar á un monarca.
Vivía Ratón Pérez en la calle del Arenal, núm. 8, en los sótanos de Carlos