RATÓN PÉREZ
gusto y afinación que encantaron al rey Buby.
No era Adelaida bonita, pero tenía modales muy distinguidos, y hacía oscilar su rabo con cierta melancólica coquetería, que revelaba, sin duda, alguna pena secreta.
Elvira, por el contrario, era vivaracha y hasta un poco ordinaria; pero la energía de su alma le rebosaba por los ojos, y el rey Buby creyó ver delante de sí una espartana repitiendo el himno de las Termópilas, cuando cantó al piano con trágica entonación y enérgicos rencores de raza:
En el Hospital del Rey
Hay un ratón con tercianas,
Y una gatita morisca
Le está encomendando el alma.
Entró en esto Adolfo, que venía del Jockey-Club, donde con harto sentimiento de sus padres perdía tiempo y dinero jugando al Pocker con los rato