abastecido número, pero sí muchas y muy comunes del género de pequeñas tórtolas, que de día y de noche sin intermisión cantan y se arrullan con incansable y alternada consecuencia, bien que funesta y ronca. Hay muchas de las mayores que llaman monteses, que suelen aparecer y volar en tan atropado y crecido concurso que asombran y obscurecen el sol en el más claro y sereno día del verano; sucediendo consumir á veces, á la manera de lastimosa plaga, lo fértil y útil de los copiosos y maduros sembrados, al modo que la irreparable del nocivo y tupido ejército de la langosta. Sucedió así por el año de 1666, siendo en tanta y tan crecida numerosidad esta plaga, que los indios las mataban á palos y pedradas en muchas cantidades, sin necesitar de redes ni de otros instrumentos. Tienen esta aparición y venida de palomas por presagio y demostración de hambre.
No menos se ven pobladas las tupidas y cerradas selvas de este valle de astutos y atrevidos osos, que las dulces y cerradas celdas de los huecos robles deacorchan para valerse de la rubia y atesorada miel que próvidas entierran y nunca escatiman avaras sus rubias fabricadoras. Vense también en ellas, como en los demás bosques de los otros valles, crecida multitud de espinosos erizos, cuyas espinas con efecto admirable y frecuente curan entre los indios y gente rústica los fríos y calenturas, dándolas tostadas, y en polvo sutil, en agua caliente ó en vino al doliente, por cuya razón es entre ellos estimada y pretendida la caza de estos animales, que por ligeros y defendidos de sus sólidas agudas puntas se hace difícil y sangrienta á la presa de los alentados y codiciosos perros, que de ella salen fiera y lastimosamente heridos; porque los erizos arrojan y despiden de sí muchas y derechas espinas que reciben los perros por su tenacidad y constancia en apresarlos.
Es copiosa la generación de armados que en este valle y el de Mesas se coge; cosa verdaderamente entretenida y recreable por la velocidad de su retirada, y porque al último esfuerzo y avance de los cazadores se arman y encubren con sus arneses, y precipitan de lo eminente de un pe-