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Recuerdos.
A UNA MADRE.
La luz de aquel tu hogar donde sus flores
El tierno amor y la virtud sencilla
Derraman, oh señora! ya no brilla;
Es la noche fatal de los dolores.
Cual huye del invierno á los rigores
Presurosa la tímida avecilla,
La niña huyó tambien y sin mancilla
Al cielo se elevó; mas no la llores.
¿Por qué llorarla? sinsabor y pena
En herencia fatal cupo al mundano
En esta vida de tormentos llena.
Y pues fué ese el designio soberano
Del que al mar y á los astros encadena,
Acata humilde su divino arcano.
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