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Francisco Sosa.
A CARLOS.
Necio! de orgullo y vanidad te llena
Mirarte de Lucila preferido;
De la hechicera jóven que al olvido
Los juramentos del amor condena.
De aquella que atrayendo cual sirena,
Si el capricho falaz mira cumplido
Se lanza de otro en pos, y no ha sentido
Latir su pecho ante la angustia ajena
Como tú, se ostentaron vencedores
Mil y mil que conservo en la memoria,
Y sin ser, en verdad, que tú mejores.
Nadie te envidia tu fugaz victoria,
Ni puede ser feliz con tus amores
Quien siempre ambicionó más alta gloria.
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