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Francisco Sosa.
EN UN ABANICO.
Por más que seas de cariño ofrenda
Y admire tus primores soberanos,
De tu dueño gentil entre las manos
Rica te juzgo pero inútil prenda.
La que ha perdido del pudor la venda,
Necesita de tí, y alardes vanos
Ofrece de candor, miéntras livianos
Sus pensamientos hacen que se encienda.
No así la niña encantadora y pura
A quien mi canto brindo reverente
Y en cuyos ojos la pasion fulgura.
No así tu dueño, no; brilla en su frente
Diadema de virtud y de hermosura,
Como rayo de sol, resplandeciente.
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