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Francisco Sosa.
ADELA.
Del Cantábrico mar en la ribera
Y de sus olas al amante arrullo,
Primoroso y gentil brotó un capullo
De rosa purpurina y hechicera.
Le dió su beso el aura lisonjera,
La fuente mansa plácido murmullo,
Y le vió con amor, con noble orgullo
La aurora y le brindó su luz primera.
Así creció la flor; mas plugo un día
Al Señor de los mundos soberano,
Que fuese gala de la patria mía.
Trájola aquí la omnipotente mano,
Y hoy luce su esbeltez y bizarría
Bajo el hermoso cielo mexicano.
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