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Francisco Sosa.
ELODIA.
Era tan dulce, cariñosa y buena,
En el paterno hogar, la hermana mia,
Y tanta su piedad, que ella tenia
Por suya propia la desdicha ajena.
En su mirada angelical, serena,
Su noble corazón resplandecía
Y el eco de su voz era armonía
De dulce encanto y de ternura llena.
Junto á la madre de mi amor, callada
Sufria de sus penas la amargura,
A una temprana muerte resignada;
Y al ver llegar su fin, clavó en la altura
De sus serenos ojos la mirada,
Llena de fé, con la conciencia pura.
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