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Francisco Sosa.
A UN CAZADOR.
Si con ansia mortal miraste un día
De tu mansion bajo el dorado techo,
Al hijo idolatrado que en el lecho
Te dió su adios postrero en su agonía;
Si de entónces tenaz melancolía
Tu frente anubla y despedaza el pecho,
Y en vano la amistad á tu despecho
Consuelo ofrece, bondadosa y pía:
¿Cómo puedes mirar indiferente
A la madre del tierno cervatillo
Que allí en el bosque cautivaste artero?
¿Nada te dice su gemir doliente
Cuando le hiere el deslumbrante brillo
De tu desnudo matador acero?
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