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Francisco Sosa.
A LA INVENCIÓN DEL TELÉGRAFO ELÉCTRICO.
De las corrientes de la mar sonora,
Del rayo de la luz que baña el suelo,
Del águila caudal que eleva el vuelo
A los espacios do la nube mora;
Del eco del cañon que aterradora
Llama vomita derramando el duelo;
De cuanto el hombre concibió en su anhelo
De poder, eres tú la vencedora.
¡Quién igualarte puede, mensajera
Que cruzas el espacio, y el profundo
Abismo de la mar airada y tiera!
Prodigio entre prodigios sin segundo,
Consuelo das al que anhelante espera
Y eres lazo de amor que liga el mundo.
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