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que la moral y la disciplina, que se habían perdido en las desgracias, fuesen completamente restablecidas. Es bien sabido el estado de fuerza, órden y subordinación á que llegó.
Lejos de desatender al ejército de Cuyo por la contracción que demandaba el del Perú, marcharon de esta capital regimientos en su refuerzo; se crearon con rapidez otros nuevos; fue provisto superabundantemente de armas, municiones, y caja militar; y se redoblaron los connatos para poner en planta la arrojada empresa de escalar los Andes. La feliz ejecución de esta empresa dió á las naciones motivo de calcular la respetabilidad de nuestro poder; causó el espanto de los enemigos; engendró la gratitud de nuestros hermanos de Chile; y erigió á la patria uno de los mas brillantes monumentos de su fuerza y de su gloria.
El ejército de la capital se organizó al mismo tiempo que el del interior y el de los Andes: la fuerza de linea se dobló: las milicias perfeccionaron su disciplina: toda la esclavatura se formó en batallones, que se doctrinaban diariamente en ejercicios militares. La capital se puso en estado de no temer que un ejército de diez mil enemigos hiciese sozobrar su libertad; y se tomaron medidas para el caso que el despecho de los peninsulares quisiese doblar el número.
Nuestra marina se fomentó en todos los ramos: se compraron y armaron nuevos buques para la defensa de nuestras costas y ríos. Se uniformó la táctica militar; y se adelantó con las luces y la esperiencia, que adoptó de las naciones guerreras. Se cubrieron de un armamento lucido las salas de armas. Se proveyeron los parques para sostener la lucha por muchos años. Se restableció el Estado Mayor General, para dar una dirección uniforme a los ejércitos, para fomentar todos los ramos de la milicia, y para arreglar su sistema económico.
El sistema de rentas recibió las mejoras compatibles con nuestros conocimientos y con la urgencia de nuestras necesidades. Se estinguió la mayor parte de la deuda interior, única que reconocía el estado. Se alivió á los pueblos de algunos impuestos gravosos. Se restableció el antiguo colegio de San Carlos, llamado después de la Union del Sud, para formar el corazón de la juventud con el cultivo de las ciencias, y con la práctica de las virtudes morales y sociales. Por último, se sancionó y publicó la constitución permanente del estado, obra digna de las luces y de la probidad del augusto cuerpo que la formó, y que fue aceptada y jurada con veneración y regocijo por los pueblos.
Después de haber conducido á las provincias al estado floreciente que acabo de espresar, yo hice dimisión del alto cargo con que me habia honrado la confianza de mis compatriotas, por reiteradas renuncias ante el congreso, que fueron al fin admitidas en junio de 1819.