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MARY REGA MOLINA
fiero, recorta en el aire,
su blanca mano enguantada;
el tiempo, ciego al dolor,
torna a cobrar su mesada:
ella con sus oraciones:
él con su gente y su espada.
Por dentro y fuera, el dolor,
tiene a la Bella enlutada;
cruz se le ha vuelto el amor
entre sus manos cruzadas;
el villancico que oyó
no cambia más la tonada:
ella con sus oraciones;
él con su gente y su espada!
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