nido hasta entonces noticia ni sentimiento de su yda, y que dende alli hasta donde los indios podian estar y assentar su pueblo auria cinco o seys le- guas, porque se parescian los fuegos por donde andauan cacando.
CAPITULO VEYNTE Y VNO
COMO EL GOUERNADOR Y SU GENTE PASSARON EL RIO Y SE AHOGARON DOS CHRISTIANOS
Este mismo dia, viernes, llegaron los vergan- tines alli para passar las gentes y cauallos de la otra parte del rio, y los indios auian traydo mu- chas canoas. Y bien informado el gouernador de lo que conuenia hazerse, platicado con sus capi- tanes fue acordado que luego el sábado siguiente por la mañana passasse la gente para proseguir la jornada e yr en demanda de los indios Guayen- rúes, y mando que se hiziessen balsas de las ca- noas para poder passar los cauallos, y en siendo de dia, toda la gente puesta en orden comentaran a embarcarse e passar en los nauios y en las bal- sas, e los indios en las canoas; era tanta la priessa del passar e la grita de los indios (como era tanta gente) que era cosa muy de ver, tardaron en pa- ssar dende las se3^s de la mañana hasta las dos ho- ras después de medio dia, no embargante que auia bien doz lentas canoas en que passaron. Alli sus- cedió vn caso de mucha lastima, que como los es- pañoles procurauan de embarcarse primero vnos