laudóla porque no la Ueuasse entre los cabellos, y catándola todo lo possible, que por ser cosa ver- gonzosa no lo señalo, passaua la india por todos en cueros, y llegada donde estaua, daua lo que traya a la guarda y ella se sentaua par de la cama del gouernador (como la piega era chica) y senta- da se comen^aua a rascar el píe, y ansi rascándo- se quitaua la carta y se la daua por detras del otro. Traya ella esta carta (que era medio pliego de papel delgado) muy arrollada sotilmente y cu- bierta con vn poco de cera negra metida en lo hue- co de los dedos del pie hasta el pulgar, y venia ata- da con dos hilos de algodón negro, y desta manera metia y sacaua todas las cartas y el papel que auia menester y vnos poluos que ay en aquella tierra de vnas piedras que con vna poca de salina o de agua hazen tinta. Los oficiales y sus consor- tes lo sospecharon o fueron auisados que el go- uernador sabia lo que fuera passaua y ellos hazian, y para saber y asegurarse ellos desto buscaron quatro mancebos de entre ellos para que se em- boluiessen con la india, en lo qual no tuuieron mu- cho que hazer, porque de costumbre no son esca- sas de sus personas y tienen por gran afrenta ne- gallo a nadie que se lo pida, y dizen que ¿para que se lo dieron sino para aquello? Y embueltos con ella y dándole muchas cosas, no pudieron saber ningún secreto della, durando el trato y conuersa- cion onze meses.
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