peor. Hay perlas en el fango, y qué perlas! —pero el fango es terrible.
Namouna es el himno de gloria de ese tipo eterno de Don Juan. El poeta ha agotado todas las galas de su imaginación desenfrenada para pintar á su héroe, bello como Satán, frío como un reptil, altivo, audaz, en cuyo yerto corazón no palpita más que la apariencia humana, y que convierte á la pasión en simple manto dorado de su mísera ambición I Namouna es el monumento levantado por el delirio humano á ese héroe fantástico, á quien dice Musset:
Plus vaste que le ciel, et flus grand que ta vie
Tu perdis ta beauté, ta gloire et ton génie
Pour un être impossible et qui n'existait pas!...
Pero esa poesía no es, ni puede ser el ideal, el modelo de una juventud sana de cuerpo y de espíritu. Para gustar de esa poesía os preciso haber sufrido, y el dolor no llegará nunca á ser más sublime que en la elegía de Manfredo, en la burla amarga de Don Juan, ó en los ensueños de Childe Harold... Esa poesía es tan fugitiva, que si bien marchita pronto el alma, no basta para llenar la vida, pues pronto se exclama con Espronceda:
Y encontré mi ilusión desvanecida
Y eterno é insaciable mi deseo:
Palpé la realidad y odié la vida...