car rudamente á Musset, porque se le hacia servir
como bandera de combate, tratando de revivir aquellas figuras del Cenáculo parisiense que, magnificadas entonces como sombras chinescas, han desaparecido tiempo hace sin dejar tras de sí el menor rastro, si se exceptúa el recuerdo de sus extravagancias.
Gautier, aquel polígrafo admirable, columna que fué de la bohemia de la rué du Doyenné es la única figura que subsiste y que pasará á la historia como estilista primoroso. Convengo que los contemporáneos se entusiasmaran por aquel fantástico Petrus Borel. por el simpático Gerardo de Nerval, y por los demás "grandes hombres" del Cenáculo, pero esa fantasmagoría había pasado hacía medio siglo, cuando quiso hacerla revivir el grupo del Circulo literario. Y puso todo su empeño en hacerla revivir con todas las exageraciones del primer momento, que si bien eran toleradas, explicadas por el ardor de la primitiva lucha, verdaderamente eran falsas y un tantico ridiculas en el intentado pastiche. De ahí que en el Circulo no se discutieran las obras verdaderas de Musset y otros autores : se quería sólo ver en Musset al autor de la balada á la luna, v el fastidioso point sur un i era el oriflama de combate.
Adolfo Mitre no encontró nada mejor que traducir