y ante distinguidísima concurrencia, los segundos "Juegos Florales". La prensa diaria se ha ocupado de tan fausto acontecimiento con una prodigalidad de detalles, que haría sobre inútil, fastidiosa cualquiera repetición.
El poeta laureado, el que mereció el gran premio de honor, siendo su composición aclamada por el Jurado como la "mejor entre las mejores", fué el señor Calixto Oyuela. A nadie por cierto sorprendió aquel nuevo merecido lauro. Oyuela había sido ya laureado en los anteriores Juegos Florales". Su composición es tan noble, pura y delicada, que es difícil pedir en su género nada más elevado, más correctamente clásico, más profundamente inspirado. Su triunfo fué tan espléndido, — mereciendo no sólo el premio del tema á que concurrió, sino el gran premio de honor del certamen, designando él la reina del torneo, de cuyas manos recibió la simbólica rosa natural y banda, — que esa noche será para Oyuela y para los que lo aplaudieron, realmente memorable. Hœc olim meminisse juvavit, como dijo el cisne de Mantua.
Inútil es analizar críticamente esa composición. E1 que la ha leído se contenta con admirarla. Tal ha sido el veredicto unánime de la pública opinión. He aquí, por otra parte, el premiado canto: