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Página:Reseñas y Críticas Ernesto Quesada.djvu/159

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JUEGOS FLORALES EN BUENOS AIRES

Entonces escuché brotar sonora La voz, antes no oída, De la inmortal Naturaleza ; entonces De la alta estrella y de la errátil nube, Y del clamor con que en el ancho Plata Suelen las olas avanzar rugiendo Su ira á estrellaren mi natal ribera. Un mundo desprendióse de armonías. Donde linea j color j ritmo, unidos A férvido sentir, á excelsa idea. En hermandad sublime La presencia de un Dios me revelaban.

Tu dulce amor cual generosa y amplia Onda de luz se derramó en mi mente, Y fué mi corazón acorde lira Donde eco j forma halló el eterno ritmo. ¡ Inefable emoción, engendradora De briosa virtud y alto deseo ! Rica de savia nueva E1 hombre siente rebullir la vida, Y, lleno el pecho de viril constancia, Al mundanal combate se apercibe, Y ni rudo revés, ni arduos afanes, Ni sirtes mil su intrepidez doblegan. Que, vencedor, una mirada ardiente De su amada feliz le aguarda en premio.

¡ Cómo anhelé que tu adorada planta El lauro hollara á mi laúd ceñido! Y ¡ oh cuántas, cuántas veces Vino, mi oído á acariciar suave. En ondas vibradoras De alto loor y de ruidoso aplauso. Tu dulce nombre entrelazado al mió 1 ¡Engañosa ilusión! Al ave humilde De corto y débil vuelo, Nunca el cóndor audaz prestó sus alas, Ni alcanzó á la orgullosa Copa del roble el vacilante junco.