ción del Salón anual. ¿Tiene este hecho los caracteres de verdad y estabilidad que permitan considerarlo como un signo precursor de que nuestra sociedad entra en un nuevo periodo de evolución , ó se trata tan sólo de un esfuerzo, noble y generoso sin duda, pero artificial y por lo tanto falso y condenado á lánguida vida?
Tal es la cuestión interesante que provoca la apertura del Salón de Pinturas y Esculturas. ¿Podemos resolverla sin más trámite, vale decir, ha sido la prueba suficientemente elocuente para permitir un juicio claro en un sentido ú otro?
Nos parece que el nuevo esfuerzo aún no ha durado lo bastante como para distinguir si se trata de algo real, ó simplemente de una tentativa artificial. Todas las apariencias hasta ahora inclinan la balanza en el primer sentido.
El Ateneo se ha formado en medio una balumba de críticas, de lazzi y de chistes burlescos más ó menos bien imaginados.
Este hecho demuestra que la institución nace vigorosa, enérgica y triunfante: ha respondido, pues, á una verdadera necesidad social ; ha encontrado el eterno grupo de hombres de fe que la ha dado vida y ambición de ir adelante siempre : su marcha serena, pero firme, prueba que siente que tiene una misión