en ello? — todo, en una palabra, se expresa en el más subido tono del más abusivo uso del superlativo. M. Hippeau compulsa esos datos, y los cree —¿cómo había de suponer su exageración, siendo oficiales ? — y escribe un libro tan laudatorio, que al menos prevenido se le viene á las mientes que allí debe haber alguna mistificación.
El Ministro actual reacciona contra ese fatal sistema de los falsos mirajes, pero quizá en razón misma de la fuerza de la acción que ha debido resistir, retrocede demasiado, y se expresa con un pesimismo, quizá no del todo justificado.
Está bien que concluya este eterno y desconsolador sistema de la farsa pública, creyendo engañar á la Nación y á la opinión extranjera con frases más ó menos huecas ; pero no es necesario por ello arrojarse en el extremo opuesto.
Debe decirse con lealtad que hasta ahora se han fomentado sólo las carreras universitarias, considerando erradamente que la educación secundaria debía ser únicamente de preparación para ingresar en aquellos altos institutos. De ahí que los Colegios nacionales — repartidos con una profusión exagerada, pues se han esterilizado ingentes sumas por satisfacer preocupaciones locales — sean únicamente establecimientos de cursos preparatorios, y de ense-