9 PÁGINAS INMORTALES
Sublevados en masa los naturales del país, Padi- lla, alma de este movimiento, con Camargo, Muñe- eas y Lanza, importantes y prestigiosos caudillos, ini- ex contra los realistas una guerra heróica y deses- perada, operando en su republiqueta cuyos indíge- nas le seguían poscídos de fanatismo patriótico eo- mo á su esposa, qne cual ángel tutelar de los pobres se conplacia en repartirles los beneficios de su ex pléndida fortuna.
En los primeros días de Febrero de 1816 y después de algunas escaramuzas, hallándose cn la plaza prin- cipal de Chuquisaca el jefe realista La Hera, el Co- ronel Padilla lo ataca allí, trabándose un reñido combate, En él se destaca Doña Juana Azurduy que montaba un brioso corcel y vistiendo una túnica es- carlata con franjas y alamares de oro y un lijero birrete con adornos de plata y plumas blantas y ee- lestes, recorre las filas de sus valientes indios in- citándoles con la voz y con la acción á la pelea.
Tanta intrepidez y bravura demostrada en la re- friega asombran al jefe realista, quien ordena sea respetada la vida de esta herólea amazova.
—Si—dice el Coronel HHerrera—yo seré el pri- mero cn respetar la vida de esa sublime mujer, por que la quiero hacer mía tomándola prisionera.
—Vana empresa me parece—replicó La Hera.
——No tanto, General Mirad,
Y apuntando con fijeza, mató de un pistoletazo el caballo que montaba la heroina, lanzándose ense- guida á perseguirla, Pero la noble amazona supo de- fenderse y fué defendida con tal denuedo que salió del campo de batalla libre é ¡lesa!
Pero donde señalóse con mayor relieve el arrojo