120 PAGINAS INMORTALES
tan luego como estalló la Revolución tomó parte activísima en favor de los patrintas, y su cesa se couvirtió más tarde en asilo de los comisionados que San Martín enviaba al otro lado de los Andes pava estar al corriente de los asuntos de Chile,
Pillada en infragante comunicación con el tu- turo libertador de tres Repúblicas, cl Presidente Marcó del Port la ruandó comparecer á Su presen- cia, custudiada por soldados. De esta manera se 12 iotimidaba para que confesara el nombre de los patriotas comprometidos en la Revolución,
Tarea inútil. Doña Agueda prefería morir y scr martirizada antes que divulgar un secreto que eos- taría la vida á numerosas personas ¡No lo revela. ría janás!
Convencido el Presidente realista de que nad: consesviría del carácter firme, tenaz y enérgico de su ilustre víctima, concibió hacerla morir á pau- sas en los calabozos de Santiago, y á su hermano Felipe, patriota ilustrado y distinguido, condenar- lo iambién al presidio de Juan Fernández.
Estas y otras atrocidades cometidas por Jos es pañoles con seres tan caros al corazón de una mu- jer de tan distinguida posición social, no dismi- nuían en lo más mínimo las convieciones políticas y los sentimientos patrióticos de la Señora Monas- terio,
Desde la horrible prisión en que yacía sepultada, encontró medio, con la cooperación decidida de su hija Juana, de continuar sus interrampidas comu- nicaciones secretas con sus hijos y con el General San Martin.
Pero una noche todas las precauciones fueron