LA PRIMERA HEROINA u
de uu pelotón de Patricios, corre á su lado, aren- gando á la tropa con admirable entusiasmo y sert- nidad.
—¡Valor y avancen, que yá los ingleses se aco- quinan!—les grita entusiasmada Doña Manuela Pedraza, que no cra otra esta heroica defensora, álias la Tucumanesa.—¡ Otro esfuerzo, que la vic- toria es nuestra!
Y así era en efecto,
«En lo más enconado del combate, una oscura mujer del pueblo, vestida de paisan
Dib, de Villalobos.
Pero de pronto, entre el clamoreo incesante de ¡avancen! ¡avancen! repetido por los defensores de la plaza y los chicuelos de barrio, —entre los que no pocos, descalzos y embarrados, acarreaban municio- nes en sus raídos ponchitos,—un grito indescrip- tible, un grito salvaje como el de leona que vé mo- rir á su regio consorte, escápase del pecho de la Pedraza al ver caer atravesado de un balazo al bravo compañero de su vida,