18 PAGINAS INMORTALES
—LQué se ofrece á Vu.?
—Poca cosa; hacer notar á usía que el total de prisioneros que figura en el bando publicado hoy, ho es exacto.
—Cómo lo sabe Vd,?
- Por que en mi casa, bajo segura custodia, ten- go doce, con sus correspondientes fusiles y muni- ciones.
Ante tal munifestación, la sorpresa, la increduli- dad, se pintó en todos los rostros.
Entonces contó Doña Martina cómo valiéndose de astucia, y haciéndolos pasar de á uno por sus habitaciones, los había ido encerrando ayudada de sus hijas, amarrándolos «después y qnitándoles sus armas.
—Buen golpe! Buena presal—dijo el Virrey agradablemente sorprendido,—Ahora mismo voy á dar orden para que los prisioneros sean inmediata- mente traídos al cuartel; y usted, desde hoy, por su patriótico esfuerzo, queda dada de alta en el ejér- cito con el graco de sargento mayor, gose de sueldo y uso de uniforme.
—Eso está bueno, Excelentísimo Señor, y se lo agradezco á usía con toda el alma; pero tengo yue pedir una gracia,
—¡¿ Cuál?
—fQue no puedo entregar más que Once, porque el otro lo qniere mi hija Pepa para casarse, y como ella lo ha vencido... dice que tiene derecho al pri- $SIONETO.
—Pero, mayora,—replicó Liniers sonriendo.—los ingleses son herejes, y á más tienen que volver á su país con arreglo á la capitulación.
—Es que... ya está previsto el caso, Excelentísi-