una enfermedad nueva; pero Maunoir observaba en Jinebra, al pié de los Alpes i la vecindad de los Alpes como la de la Cordillera tiene sobre el cuerpo tiroide una influencia comprobada tiempo ha. El trabajo nutritivo de la glándula aumenta sensiblemente, su sistema circulatorio se acrecienta; sus elementos propios, las vesículas, aumentan no solo en número sino tambien en volúmen. ¿Es asombroso, pues, que en medio de esta superactividad, una célula tome repentinamente un gran desarrollo con detrimento de las vecinas, i que se haga el oríjen de un quiste? Se efectúa en este caso, bajo una influencia climatérica, exactamente el mismo fenómeno que en una de las células de Graaf de la glándula ovárica. Por esta causa es que un observador colocado al pié de los Alpes o de la cordillera, tiene mas ocasiones de observar esta variedad que los cirujanos de los grandes centros de Europa.
Fleury i Marchesseaux han dividido los quistes del cuello, en quistes desarrollados en el tejido mismo de la glándula tiroide; 1 quistes desarrollados en los otros elementos del cuello; nosotros llamaremos simplemente a los primeros quistes tiroideos.
Estos quistes tienen una fisonomía a parte: primero por su lugar de eleccion, en seguida por el largo espacio de tiempo que emplean en desarrollarse, i en fin, porque despues de una primera puncion que ha dado salida a un líquido seroso o sero-sanguinolento, una segunda puncion dará siempre por resultado un líquido infinitamente mas rico en elementos sanguíneos, o bien sangre mas o menos alterada. Ha bastado la disminucion de la presion ejercida sobre la pared quística interna, para que la sangre haya penetrado en el interior del saco. Esto mismo milita aun en favor del oríjen glandular de estos quistes, atendida la estrema riqueza vascular del cuerpo tiroides.
